Archive for the ‘Conflagraciones extremas’ Category
Demosars – 2020
La salud de la humanidad se degradó a niveles precarios a partir de Noviembre de ese año fatídico, cuando la prevención junto a todas las medidas racionales concebidas para contener la última peste, resultaron insuficientes ante su virulencia y capacidad de propagación.
De acuerdo a los archivos que han sobrevivido en las Galaxias de Datos, a buen resguardo de la debacle global, el caos generalizado derivó en una violenta espiral responsable de la pérdida de la civilización.
El último registro data del 28 de Julio del 2099; no logramos llegar al siglo XXII, ni logramos alcanzar un acuerdo acerca de la responsabilidad por esa caída.
La desmovilización a gran escala en los centros poblados para establecer una distancia social, fue seguida de la pérdida de derechos fundamentales, en nombre de la seguridad. Ese desmontaje del valor jurídico se exacerbó ante la indignación por los abusos y corrupción a todo nivel de la sociedad, diezmando recursos en favor de los eternos allegados al poder.
El manido argumento del enemigo externo, sirvió los más bajos propósitos con una crueldad inesperada, fustigando las atribuladas mentes de masas desesperadas donde el miedo se había instaurado de manera definitiva.
El odio se implantó como un valor negativo, capaz de corroer estructuras básicas de una sociedad en disolución, gracias a su propia incapacidad de reconocer errores fatales. Los centros de decisión lo institucionalizaron como medio de control y garantía de permanencia.
La política se dedicó a alienar a sus constituyentes, para convertirlos en objetos fanáticos ocupados sólo en la obediencia ciega a sus líderes, quienes no disimulaban su ilimitada ambición a expensas de proteger a la población indefensa. Mentir hasta convencer, en medio del auge de la ignorancia y la persecución a la inteligencia, resultó en una moda peligrosa donde la política perdió su capacidad de contener la demagogia, a la postre convertida en su sepulturero.
El análisis histórico finalmente denominó esa época geológica como el Mendacioceno, y de manera sorprendente la patología forense incorporó tecnología capaz de caracterizar al virus responsable de esta debacle.
Le llamaron populismo y convertía a sus víctimas en objetos de su propia ambición.
No hubo sobrevivientes a la ignorancia.
Gustavo Pisani, Richmond, 29 septiembre
#futurismomágico
Cuentos de cada semana – CCS Semana 3 – Una trattoria utópica
Dos instituciones instauradas en el corazón de Caracas dejaron su marca para siempre desde esos años efervescentes que transcurrieron a los pies del Ávila, durante las décadas del 60 a la del 80.
Por un lado la única trattoria fuera de Chacao, el estamento italiano por excelencia, conocida como El Sorrento, y apenas separadas por algunas cuadras, la nación independiente de mayor trascendencia cultural que jamás se haya conformado en este planeta – la República del Este.
Sin necesidad de revolver la historia, cada una de estas referencias se encuentran marcadas a fuego en esa memoria colectiva tan fugaz que nos caracteriza.
Los sabores de la trattoria se convirtieron en una referencia única en nuestro acervo gastronómico, abierto al mundo tal como lo hicieron nuestros puertos desde tiempos de la Capitanía General.
Por su parte las sesiones tumultuarias del poder constituido por los representantes de la casta intelectual del momento, son a la fecha un reflejo de nuestra dinámica que esta República desnudó en su momento. La fragilidad de sus instituciones, los cambios de rumbo y la auto proclamación continuada como difuntos de taberna, eran la constante que desde el Capitán Emparan han caracterizado nuestro quehacer social.
Ciertas características no cambian, pero la carta infinita del Restaurante recordaba una de las entradas al cielo de Dante, de manera similar que las discusiones y encuentros de los intelectuales de la República era el summum de la política, que jamás fue tomada en cuenta por el establecimiento a cargo del gobierno nacional.
Medio siglo más tarde persiste el sabor de boca de una pasta épica y el de un modelo social utópico que no acabamos de alcanzar por esfuerzo propio.
Me resisto a perderlos.
Gustavo Pisani
Richmond, Enero 20, 2019
Cuentos de Cada Semana – CCS – # 1
Lucubraciones
Elucubrábamos como de costumbre, mientras recorríamos el infinito universo que partía del Gran Café sin final conocido hasta ahora, en aquel año de 1974 en la gran Capital, cuando era fácil entender la aguda profundidad de los argumentos interminables en el que nos engarzábamos durante días, hasta que el siguiente examen feral nos hiciera reconsiderar nuestras prioridades seriamente.
Estos domadores de Integrales con vocación suicida – de cuyas heridas aún adolecemos sin poder quejarnos en público – magos incipientes de la Geometría Descriptiva en espera de una epifanía espacial y estudiantes del Ciclo Básico de Ingeniería, se encontraban en la etapa de la vida cuando se define la capacidad de enfrentar los 30 0 40 molinos de viento como los del Campo de Montiel, pero sin escudero para advertir la profunda insania.
Con la esquina de la puñalada a nuestra espalda, vimos una minúscula sala de exposición, ubicada en la esquina opuesta al famoso edificio de la Savoy, donde Julio Pacheco Rivas exponía su mítica serie de Lucubraciones. Sin un fin preciso nos adentramos a ese mundo perdido tan similar a nuestra experiencia universitaria, y entre composiciones abstractas similares a hojas de papel sin līmite (otra referencia gratuita al Cálculo) el artista se presentó sin mucha esperanza de colocar su obra de reciente creación entre estos pobres estudiantes. Lo de pobre por el sufrimiento auto infringido para el momento, así como por lo que nos esperaba durante el resto de los estudios. La química orgánica de algunos semestres más adelante, falló en su determinado intento de castración pero dejo secuelas en los aromáticos.
Con un entusiasmo sorprendente este pintor joven nos describió su mundo, la capacidad de representación de su obra y especialmente, para estos futuros ingenieros, la transfiguración de ésta en pura energía. Nos quedamos unos minutos digiriendo la explicación y luego de confirmar los conceptos artísticos, nos despedimos estrechando l manos y salimos convencidos que estudiar mata.
La noche nos consiguió divagando acerca de la intersección de disciplinas dispares y sus inesperados resultados.
El silogismo resultante es que no todos los ingenieros son artistas, pero algunos artistas son ingenieros.
Gustavo Pisani
Richmond, Enero 6, 2019