Demosars – 2020
La salud de la humanidad se degradó a niveles precarios a partir de Noviembre de ese año fatídico, cuando la prevención junto a todas las medidas racionales concebidas para contener la última peste, resultaron insuficientes ante su virulencia y capacidad de propagación.
De acuerdo a los archivos que han sobrevivido en las Galaxias de Datos, a buen resguardo de la debacle global, el caos generalizado derivó en una violenta espiral responsable de la pérdida de la civilización.
El último registro data del 28 de Julio del 2099; no logramos llegar al siglo XXII, ni logramos alcanzar un acuerdo acerca de la responsabilidad por esa caída.
La desmovilización a gran escala en los centros poblados para establecer una distancia social, fue seguida de la pérdida de derechos fundamentales, en nombre de la seguridad. Ese desmontaje del valor jurídico se exacerbó ante la indignación por los abusos y corrupción a todo nivel de la sociedad, diezmando recursos en favor de los eternos allegados al poder.
El manido argumento del enemigo externo, sirvió los más bajos propósitos con una crueldad inesperada, fustigando las atribuladas mentes de masas desesperadas donde el miedo se había instaurado de manera definitiva.
El odio se implantó como un valor negativo, capaz de corroer estructuras básicas de una sociedad en disolución, gracias a su propia incapacidad de reconocer errores fatales. Los centros de decisión lo institucionalizaron como medio de control y garantía de permanencia.
La política se dedicó a alienar a sus constituyentes, para convertirlos en objetos fanáticos ocupados sólo en la obediencia ciega a sus líderes, quienes no disimulaban su ilimitada ambición a expensas de proteger a la población indefensa. Mentir hasta convencer, en medio del auge de la ignorancia y la persecución a la inteligencia, resultó en una moda peligrosa donde la política perdió su capacidad de contener la demagogia, a la postre convertida en su sepulturero.
El análisis histórico finalmente denominó esa época geológica como el Mendacioceno, y de manera sorprendente la patología forense incorporó tecnología capaz de caracterizar al virus responsable de esta debacle.
Le llamaron populismo y convertía a sus víctimas en objetos de su propia ambición.
No hubo sobrevivientes a la ignorancia.
Gustavo Pisani, Richmond, 29 septiembre
#futurismomágico
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